lunes, 22 de noviembre de 2010

Me mata, me da la vida

Antes de todo, permtidme que me presente. Me llamo María Eugenia y reconozco que acabo de empezar a escribir este blog por pura desesperación. Necesito desahogarme. Ahora, dejadme que os explique la razón de su denominación, que a la vez es la que da título a esta entrada. ¿Recuerdan aquel anuncio sobre el Atlético de Madrid en el que un aficionado relataba que, pese a los innumerables disgustos, nunca cambiaría de equipo porque lo llevaba muy dentro?

Bueno, pues eso es lo que me pasa a mi con mi hijo. Tiene tres años y se llama Alejandro y que nadie espere que cuente aqui lo maravilloso que es ser madre, ni lo especialísima que es nuestra relación. Tampoco pretendo hacer de este diario virtual un canto a la maternidad, ni una parodia de mi misma escenificando diferentes situaciones desesperantes haciendo ver que, pese a todo, me hacen feliz. NO.

No me arrepiento de haber dado el paso de parir un hijo, de hecho estoy esperando el segundo, pero reconozco que no puedo más con él. Se supone que en estos días estamos más preparados que nunca; hay más literatura que nunca sobre pedagogía de andar por casa; tenemos a los profes, a los psicólogos y la Super Nanny y, sin embargo, ¿por qué cada tarde es mi casa es más parecida a una peli de terror que a una de Walt Disney?

No voy a aburriros con mis toma y daca diarios.No. Sólo os diré que cuando alguien os cuente lo maravilloso que es ser padre, las satisfacciones que da, lo que ha cambiado su vida desde entonces... pues seguramente no os estará mintiendo, pero no os cuenta toda la verdad.

Por eso Alejandro me mata, porque no es capaz de hacer nada sin retarme continuamente, sin sacarme de mis casillas (aunque intente no demostrárselo) y porque llevo tres semanas con continuas ganas de llorar cuando estoy con él más de una hora. Pero también me da la vida porque, sinceramente, no sé qué haría sin él... sobre todo cuando está dormido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario