viernes, 28 de marzo de 2014

Amor a primera vista con los "Di Paola"

Cómo la historia de Romeo y Julieta... así fue nuestra relación con los Di Paola. Incluso con balcón de por medio. Carolina, Paolo y sus hijas viven en el bajo de nuestro edificio y su balcón está justo al lado del portal. Cuando nos mudamos aquí, el pasado mes de agosto, el tiempo era excepcionalmente bueno en Londres por lo que solíamos ver a la pequeña Clarissa, Francesca todavía no había nacido, jugando en su mantita en la terraza. Como es natural, Alejandro y Juan se paraban a mirarla y comentaban cosas sobre ella cada vez que pasábamos.

Después de un par de días, detrás de Clarissa apareció Carolina, su madre, que nos preguntó si éramos los nuevos vecinos y si llevábamos mucho tiempo viviendo en Londres. Cuando le conté que nos habíamos mudado hacía quince días desde España -y vio cómo se me humedecían los ojos- no lo dudó y me invitó a tomar un café "whenever you want". Desde el balcón me contó que ella era brasileña, que estaba embarazada, que llevaban seis años viviendo allí y que su marido, Paolo, era informático. "¡Cómo el mío!". Contesté. "Ah, pues seguro que se llevan bien".

Yo, como es natural, le tomé la palabra y me planté un par de días después en su casa para ese café. Hablamos, nos entendimos en inglés -el suyo es perfecto- y cuando salí de allí me fui con la sensación de que podríamos ser amigas. No me equivocaba. Después vinieron un par de invitaciones a merendar por su parte y la nuestra, la presentación de Paolo, la constatación de que Clarissa adora a mis "boys", como dice Carol, "y es mucho más feliz desde que os habéis mudado"... y poco a poco fuimos forjando una historia de amistad que, tengo que reconocer, me salvó la vida.

Ahora es normal que "whasappeemos", que nos tomemos un café en alguna de las casas, que vayamos juntas a un "playgroup", que me deje a sus niñas si lo necesita, que yo le deje a los míos también... En suma, esa relación de cercanía que tanto se agradece cuando estás lejos de los tuyos. Hace poco más de un mes nos invitaron al bautizo de su segunda hija, Francesca, y aquello fue una de las mayores alegrías que he recibido en este país. Hacernos partícipes de algo tan importante para ellos me emocionó. Por eso tenía que dedicarles una entrada en este blog... ¡Gracias Carol, Paolo, Clarissa y Francesca!

PD.- Mi objetivo ahora es hacer las entradas también en inglés... para que ellos, y otros amigos que hemos ido haciendo aquí, también puedan ser partícipes de ellas.

miércoles, 19 de marzo de 2014

¡Felicidades papá!

19 de marzo, día del padre en España. Sin duda un gran día en el que tantos y tantos niños expresan el cariño que le tienen a sus padres. No quiero generalizar, pero nuestra sociedad nos ha impuesto un modelo en el que el padre tiende a estar "más ausente" que la madre. Normalmente, el padre suele trabajar más horas por lo que cuando llega a casa casi que sólo le da tiempo a bañar a los niños, con suerte, y cenar con ellos. Un cuento rápido y a la cama. Eso sí, los fines de semana, son enteros para ellos.

Algo así es lo que yo recuerdo de mi padre cuando era pequeña. Que nos despertaba todas las mañanas silbando el "Quinto levanta" y nos daba un beso rápido antes de salir pitando para la oficina. Que llegaba a comer justo cuando nosotros nos íbamos al cole y después, ya de noche, para darnos un beso antes de ir a dormir, siempre después de haberle dicho aquello de "hasta mañana si Dios quiere, que descanses y pases buenas noches".

Es increíble cómo se quedan algunas frases grabadas en la memoria... También tengo pegadas con super glue esas mañanas de fin de semana cuando nos íbamos a su cama -mi madre siempre se había levantado ya- y jugábamos a las "ciudades" o a "veo, veo". Algunas veces, si no era muy tarde, hacíamos ese ritual durante la noche, antes de irnos a dormir.

Y luego, cuando hacía buen tiempo, la de sábados que hemos pasado en el campo, jugando al balón, encendiendo una hoguera para hacer panceta y chuletas, buscando espárragos, jugando al escondite por las tardes antes de coger el coche, casi de noche, e irnos para casa... Y cuando llegaba el verano esos días tenían como escenario la piscina. Siempre alguna en la que no hubiese mucha gente, para poder tirarnos de cabeza -fue mi padre quién me enseñó-, bucear, hacernos aguadillas...

Ahora que ya soy madre también puedo decir que mi padre siempre ha seguido estando a mi lado. Lo estuvo cuando preparé mi boda, acompañándome en las gestiones, ayudándome con las invitaciones, viniendo a las pruebas de mi vestido... Llorando como un niño el día de la ceremonia... Y también cuando nacieron mis hijos. Fuiste tú, papá, quien se empeñaba en llevarme al hospital en las monitorizaciones de Juan o el que me impone paciencia cuando se me acababa la mía con los niños.

Hace unos meses, cuando decidimos cambiar de aires, fuiste tú, junto con mamá, quien primero me dio ánimos para afrontar el cambio desde el optimismo y quien cada día, pese a lo que sé que te cuesta estar lejos de nosotros, me recuerdas que tomamos la decisión correcta. Por todo eso no podía dejar pasar este día sin hacerte este pequeño homenaje. Gracias papá. Feliz día papá.