jueves, 16 de diciembre de 2010

Una sana costumbre

Ante los comentarios que me hacéis algunos de los que me leéis he llegado a la conclusión de que este blog es un tanto descorazonador. Creo que nada más lejos de la realidad. Como comenté en el primer post, lo que me empujó a escribir era un mero ejercicio de desahogo ante algunas situaciones que, reconozco, me superan. ¿Por qué me superan? Pues porque no llego a entender la lógica que rige la mente de un niñito de tres años que es capaz de ser en el mismo minuto el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, pero, sobre todo, la incapacidad para reconducir esas conductas de un modo, digamos, poco traumático.

Dicho esto, pasaré a comentar una costumbre a la que me estoy aficionando en estos días. Cuando el angelito lleva ya un rato dormido me encanta verle en la penumbra que ofrece la lampara antimiedo de su habitación. Tiene la misma cara que tenía la primera vez que le vi, cuando me lo pusieron en el regazo nada más nacer. Pacífico, limpio y sosegado. Blandito y calentito y escuchando su respiración rítmica, me dan unas ganas tremendas de abrazarlo y quedarme así mucho rato.

Bueno, pues el caso es que lo hago. Me tumbo con él -cuando estoy convencida de que no se despertará, no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad- y le abrazo despacito para no inquietarle. Hay veces, cuando no se mueve, que estamos así mucho rato y casi me quedo dormida en su regazo. Otras, como el nervio le puede hasta dormido, sólo le tengo unos minutos, pero los suficientes para seguir recordando que este niño mío, pese a todo lo que nos va a costar en terapeutas, es mágico.

jueves, 9 de diciembre de 2010

¿El milagro de la Navidad?

Venga, no voy a ser sarcástica, pero creo que el milagro de la Navidad está empezando a materializarse en casa. Sí, estamos pasando por una etapa de desconocida tranquilidad y donde nos hace falta muy poco para que Alejandro se mantenga en la "línea del bien". Dos semanas sin morder, dos semanas sin rabietas, dos semanas haciendo relativo caso...

Estábamos convencidos de que nuestra táctica de mantenernos firmes estaba teniendo resultados hasta que caí en que el niño está emocionado con los "Geyes Magos" y Papá Noel que, por supuesto, sólo traen regalos a los niños que hacen caso. ¿Estará haciendo méritos para tener su ansiado "camión que lleva helicópteros encima"? Sólo podremos saberlo a partir del 7 de enero.

Y mientras yo disfruto de sus pequeñas frases, llenas de cariño. Como cuando me pregunta con esa cara de inocencia que sólo él sabe poner "mamá, ¿lo estoy haciendo muy bien?"; o como cuando dice "mamá, te quiero mucho", así, sin venir a cuento; o como cuando me besa la barriga y dice "mi hermanito Juan está muy contento y está saltando, ¿a que sí?". Estos son los momentos que debería grabar para que nunca escapen a mi memoria.