domingo, 3 de mayo de 2015

Esas tardes de primavera... cuando tienes chicos

Llega la primavera y con ella, aunque quizá no el buen tiempo tal y como lo entendemos en España, sí esas tardes ya no tan frías y, sobre todo, soleadas, que hacen que den muchas ganas de sentarse en un banco y disfrutar de esos parques tan estupendos que tenemos en Londres.

Desde que nos incorporamos al cole después de las vacaciones de Semana Santa no hemos fallado ni un día a la cita con el "green". Los que tenemos niños "energéticos" esperamos como agua de mayo tener la oportunidad de que corran, salten, griten, busquen, ideen, y descarguen energía por doquier, ya que eso significa que lo que resta de tarde en casa PUEDE que sea más tranquila.

Digo, PUEDE, porque contrariamente a lo que algunos piensan, ese cansancio, ese desfogue, ese darlo todo en el "green" como si no hubiese mañana, a veces parece que funciona como la dinamo de una bicicleta: cuántas más vueltas dé la rueda más energía conseguirá almacenar.

Si el año pasado el protagonista indiscutible de las tardes al aire libre era el balón, este año parece que las lecciones de Historia están haciendo efecto y mis hijos -Juan, aunque es como poco tres años más pequeño que el resto se une a ellos como uno más- y sus amigos estén como locos jugando a la "Segunda Guerra Mundial". Como os podéis imaginar esto es sólo una excusa para coger palos y correr con ellos a modo de escopetas o pistolas entre dos bandos. Lo mismo podía ser la Segunda Guerra Mundial, que indios o vaqueros o policías o ladrones.

Aquí se juntan dos de las cosas que más peligro tienen cuando entran en contacto: palos y niños energéticos. Sin haber sufrido ningún accidente grave, a Dios gracias, lo cierto es que estos ratos de aparente tranquilidad para nosotras, las madres, se vuelven un estrés continuo. Siempre vigilantes a que el palo -ya hemos desistido en prohibirles que jueguen con ellos... nos conformamos con que no sean muy grandes- no sobrepase los límites de lo "razonable"; de que no corran por terreno muy abrupto y ante la posible caída, se lo claven; de que no se suban a los árboles con ellos... y, sobre todo, de que no se conviertan en armas reales.

Debo reconocer que he ampliado el círculo de madres con las que he cruzado palabra después de que viniesen a decirme que alguno de mis vástagos -casi siempre Juan, ¡estos pequeños!- ha pegado al suyo con un palo y que entre las que tengo más relación la combinación palo-piedra-niño se ha convertido en un tema recurrente de conversación.

Es en esos días, cuando pienso en lo tranquila que estaría yo con un par de niñas repipis, locas por Frozen y decidiendo si quieren pintarse las uñas de azul o rosa chicle cuando me viene a la cabeza este post que leí hace tiempo en el Huffington Post y que parece haberse escrito para mí: "11 cosas que sólo entienden los padres que tienen chicos". Lo clava, oye.

Pero para ser justos también tengo que reconocer que disfruto mucho de esas tardes, cuando el sol me da en la cara y los veo correr tan contentos, tan ajenos a todo lo que no sea el juego, tan amigos de sus amigos y tan viscerales en sus odios... Tan siendo NIÑOS. O como cuando me sorprenden con comentarios como el de Alejandro el otro día cuando ya camino del coche, con la cara roja como un tomate y ese particular olor a sudor en el pelo que sólo reconoces en tus "fierecillas" me dijo: "Mamá, si Hitler no hubiese invadido Polonia no podríamos jugar a la Segunda Guerra Mundial en el "green", ¿verdad?".

domingo, 15 de marzo de 2015

¡Feliz día de la Madre! (En UK)

Lo bueno de vivir a caballo entre dos países es que hay cosas que se celebran dos veces. Por ejemplo, el día de la Madre y del Padre. Hoy se celebra el día de la Madre en UK y al igual que pasa en muchos colegios de España los niños hacen un detalle para sus madres. Reconozco que estas cosas me encantan. Desde que mis pequeños iban a la guardería tengo guardados todos sus detalles como si fueran un tesoro. Imanes para la nevera, fotos en marquitos, collares, ambientadores de fieltro...

Este año ha tocado un trabajo manual de colorines por parte de Juan. Una medusa, o un pulpo, depende del momento en que le preguntes. Da igual. Desde que lo sacó el viernes ya tiene sitio fijo en nuestro dormitorio. Es una gozada ver cómo va progresando en el dominio de la psicomotricidad fina y cómo cada vez va siendo más cuidadoso al hacer las cosas.




Alejandro, que ya es mayor, este año ha hecho un poema. Reconozco que todavía estoy emocionada cuando lo leo. Veo las cosas de las que es capaz mi chico mayor y me doy cuenta de lo rápido que ha crecido y madurado este año. Cómo ha cambiado la letra, cómo se expresa en inglés... Aunque en las fotos podéis ver el original, os dejo una traducción para que todos la podáis disfrutar.



Mi madre

Mi madre es un as. Es mi madre.
Es una fantástica cocinera.
Mi madre es divertida como un payaso.
Mi madre es un as. Es mi madre.
Es blandita como un oso de peluche.
Es dura como un rinoceronte.
Mi madre es realmente la mejor.
Es una limpiadora fantástica.
Es tan buena como un hada.
Mi madre es más lista que 20 genios.
Es muy, muy fuerte.
Adoro a mi madre.
 

Siempre he dicho que el orgullo que siento por las cosas que hacen mis hijos, por pequeñas que sean, no lo he sentido nunca por nadie. Hoy es uno de esos días en que estoy henchida de orgullo, me sale por los poros, por las orejas, por la boca en forma de besos. Hoy es uno de esos días en que me siento más afortunada si cabe de tener los hijos que tengo. ¡Feliz día de la Madre! Aunque no estéis en UK, al compartirlo con vosotros también lo celebráis un poquito, ¿verdad?


jueves, 5 de marzo de 2015

No todos los cumpleaños son iguales (dependiendo del país en que vivas)



Hoy es el cumpleaños de Juan, mi hijo pequeño. ¡Cuatro años ya! Parece que fue ayer cuando me puse de parto en la madrugada, casi deseándolo, después de llegar a la semana 41 y pico… Pero en el blog de hoy no nos ocuparán estos menesteres, que me conozco, que nos juntamos unas cuantas y terminamos hablando de nuestros partos como nuestros padres contaban sus batallitas de la mili.

Lo que hoy me ocupa es la celebración de la fiesta de cumpleaños porque después de vivir ya cuatro “propias” en tierras inglesas y otras cuantas como invitados, hay que constatar que, aunque en esencia son iguales, hay algunas diferencias importantes que nos han llamado mucho la atención y que hay que tener en cuenta para no llevarse sorpresas.

Aunque en España ya se ha hecho habitual lo de dar invitaciones para las fiestas, aquí es casi una religión. No hay fiesta sin invitación, incluso entre los muy allegados. Por supuesto, la invitación debe ser correspondida con una respuesta, bien confirmando, o bien excusando la presencia del niño en cuestión.

Otro aspecto de aquí que me llama mucho la atención es que las fiestas son mucho más pronto que en España, cosa lógica por otro lado, ya que los horarios son diferentes y todo se adelanta un par de horas, y tienen una duración determinada. El estándar suele ser de 14:00 a 16:00 o de 15:00 a 17:00. También pueden ser por la mañana, en plan almuerzo, de 12:00 a 14:00, pero lo que está claro es que a las dos horas todo el mundo comienza a desfilar y la fiesta se da por terminada. Nada de horas de parloteo y niños jugando por doquier hasta las ocho o las nueve de la noche.


Ya en la celebración, y esto sí que me resultó raro, raro, es que los regalos no se abren al final de la fiesta. Al llegar, cada padre entregará el regalo a los padres del niño “celebrante”, con una tarjeta de felicitación –aquí son imprescindibles para todo- con el nombre del niño que regala, y los paquetes se abren en casa, en soledad, y sin poder agradecer en persona el detalle. Por supuesto nada de ¡¡qué lo abra, qué lo abra!!, ni de abrazos entre amigos después de haber destrozado el envoltorio. Eso sí, después toca repartir otra tarjeta agradeciendo el detalle y diciendo lo mucho que “me ha gustado tu Lego”. Lo bueno de esto, es que los niños están tan emocionados que practican caligrafía con gusto.

Otra cosa, aquí tampoco se estila nada el ticket regalo y si, de repente, te encuentras con tres puzzles iguales, o una camiseta que va un poco justa… ¡Ah, se siente! Por  mi parte, me he propuesto imponerlo entre mis amistades y yo lo entrego religiosamente. Eso sí, tengo que explicar por qué, porque los padres me miran con una cara de asombro… 

El tipo de regalo también cambia un poco, aunque eso depende de la fiesta. Me explico, algunos prefieren un detallito en plan libreta con boli de animalitos o librito para leer. Otros apuestan por un regalo más regalo, al modo de lo que hacemos en España. Eso sí, la norma no escrita, por lo menos en mi entorno, es no sobrepasar las 10 libras. Diez libras, por cierto, que pueden ser perfectamente metidas en una ¿adivináis? síííí, tarjeta de felicitación, y ya queda solventado el regalo: que el niño se compre lo que quiera. Al más puro estilo abuela.

Aquí y allí la tarta es la estrella del cumpleaños, eso no cambia, sin embargo, también en esto hay algunas diferencias. La tarta es de suma importancia en la cultura anglosajona y se deja, como en España, para el final. Tan para el final, que muchas veces no da tiempo a comerla… por eso es habitual que te la envuelvan en una servilleta y la metan en la bolsita de chuches –birthday bag- que se da a los invitados como detalle.

Antes de cortarla se canta, por supuesto, el “Cumpleaños Feliz” –Happy Birthday- pero sólo y exclusivamente. Aquí no hay más canciones cumpleañeras tipo “Feliz en tu día”, “Es un muchacho excelente” y, esto es de agradecer, “Que no cumple uno, que no cumple dos…”.


Como os decía al principio, la esencia se mantiene, pero hay cosas a tener muy, muy en cuenta. Ahora me río cuando organizando nuestro primer cumple los padres me preguntaban “¿a qué hora acaba la fiesta?” o mi apuro porque todos empezaron a desfilar antes de abrir los regalos. Pero quizá lo más gracioso fue mi insistencia en dar a un niño que se fue el primero la tarta en un plato de loza –“ya me lo devolverás mañana en el cole”, le decía yo a la madre…- mientras todas me decían, “déjalo mujer, con una servilleta basta”. Igual pensaban que iba de sobrada regalando vajilla...