jueves, 30 de junio de 2011

El Rey León

Una tiene a veces la sensación de que el día que repartieron los sentimientos hacia los demás Alejandro estaba fuera de la lista. Sí, cuando me lanza una mirada de esas que paralizarían a un ejército entero o se tira como un lobo a pegarme porque no le ha gustado alguna de mis "órdenes", pienso que, con sólo tres años, se comporta como un sádico de esos que salen en la tele. Y me apena mucho pensar que, si no cambia, cuando sea un adulto será un manipulador sin sentimientos o sufrirá mucho a causa de sus arranques descontrolados.

Por eso, cuando el otro día vimos en familia "El Rey León", me sentí en parte aliviada y en parte hinchada de ternura. El hecho de ver al niño un poco angustiado por la suerte que correría Simba en la estampida provocada por las hienas y cómo lloraba cuando el padre del "leoncito" muere en el intento de salvarle, me dio la tranquilidad de saber que se preocupa por los demás, que puede demostrarlo y que no tiene tan mal fondo como a veces puede parecer.

Que nadie piense que me gusta verle sufrir, pero poder tenerle abrazado y secarle las lágrimas mientras le explicaba que aunque el papá del león ya nunca estaría con él encontraría unos amigos que le protegerían y acompañarían siempre, fue uno de los mejores momentos del día. No solo por lo ñoñas que a veces nos ponemos las madres, sino porque también sirvió para que entendiese, en su mente de niño, que quizá habrá gente a la que adore que desaparecerá, pero que siempre habrá otros dispuestos a consolarle y ayudarle a seguir.

1 comentario:

  1. y esos momentos son los que nos hacen sentir tan necesarias como mamis...verdad? ;D

    ResponderEliminar