jueves, 5 de marzo de 2015

No todos los cumpleaños son iguales (dependiendo del país en que vivas)



Hoy es el cumpleaños de Juan, mi hijo pequeño. ¡Cuatro años ya! Parece que fue ayer cuando me puse de parto en la madrugada, casi deseándolo, después de llegar a la semana 41 y pico… Pero en el blog de hoy no nos ocuparán estos menesteres, que me conozco, que nos juntamos unas cuantas y terminamos hablando de nuestros partos como nuestros padres contaban sus batallitas de la mili.

Lo que hoy me ocupa es la celebración de la fiesta de cumpleaños porque después de vivir ya cuatro “propias” en tierras inglesas y otras cuantas como invitados, hay que constatar que, aunque en esencia son iguales, hay algunas diferencias importantes que nos han llamado mucho la atención y que hay que tener en cuenta para no llevarse sorpresas.

Aunque en España ya se ha hecho habitual lo de dar invitaciones para las fiestas, aquí es casi una religión. No hay fiesta sin invitación, incluso entre los muy allegados. Por supuesto, la invitación debe ser correspondida con una respuesta, bien confirmando, o bien excusando la presencia del niño en cuestión.

Otro aspecto de aquí que me llama mucho la atención es que las fiestas son mucho más pronto que en España, cosa lógica por otro lado, ya que los horarios son diferentes y todo se adelanta un par de horas, y tienen una duración determinada. El estándar suele ser de 14:00 a 16:00 o de 15:00 a 17:00. También pueden ser por la mañana, en plan almuerzo, de 12:00 a 14:00, pero lo que está claro es que a las dos horas todo el mundo comienza a desfilar y la fiesta se da por terminada. Nada de horas de parloteo y niños jugando por doquier hasta las ocho o las nueve de la noche.


Ya en la celebración, y esto sí que me resultó raro, raro, es que los regalos no se abren al final de la fiesta. Al llegar, cada padre entregará el regalo a los padres del niño “celebrante”, con una tarjeta de felicitación –aquí son imprescindibles para todo- con el nombre del niño que regala, y los paquetes se abren en casa, en soledad, y sin poder agradecer en persona el detalle. Por supuesto nada de ¡¡qué lo abra, qué lo abra!!, ni de abrazos entre amigos después de haber destrozado el envoltorio. Eso sí, después toca repartir otra tarjeta agradeciendo el detalle y diciendo lo mucho que “me ha gustado tu Lego”. Lo bueno de esto, es que los niños están tan emocionados que practican caligrafía con gusto.

Otra cosa, aquí tampoco se estila nada el ticket regalo y si, de repente, te encuentras con tres puzzles iguales, o una camiseta que va un poco justa… ¡Ah, se siente! Por  mi parte, me he propuesto imponerlo entre mis amistades y yo lo entrego religiosamente. Eso sí, tengo que explicar por qué, porque los padres me miran con una cara de asombro… 

El tipo de regalo también cambia un poco, aunque eso depende de la fiesta. Me explico, algunos prefieren un detallito en plan libreta con boli de animalitos o librito para leer. Otros apuestan por un regalo más regalo, al modo de lo que hacemos en España. Eso sí, la norma no escrita, por lo menos en mi entorno, es no sobrepasar las 10 libras. Diez libras, por cierto, que pueden ser perfectamente metidas en una ¿adivináis? síííí, tarjeta de felicitación, y ya queda solventado el regalo: que el niño se compre lo que quiera. Al más puro estilo abuela.

Aquí y allí la tarta es la estrella del cumpleaños, eso no cambia, sin embargo, también en esto hay algunas diferencias. La tarta es de suma importancia en la cultura anglosajona y se deja, como en España, para el final. Tan para el final, que muchas veces no da tiempo a comerla… por eso es habitual que te la envuelvan en una servilleta y la metan en la bolsita de chuches –birthday bag- que se da a los invitados como detalle.

Antes de cortarla se canta, por supuesto, el “Cumpleaños Feliz” –Happy Birthday- pero sólo y exclusivamente. Aquí no hay más canciones cumpleañeras tipo “Feliz en tu día”, “Es un muchacho excelente” y, esto es de agradecer, “Que no cumple uno, que no cumple dos…”.


Como os decía al principio, la esencia se mantiene, pero hay cosas a tener muy, muy en cuenta. Ahora me río cuando organizando nuestro primer cumple los padres me preguntaban “¿a qué hora acaba la fiesta?” o mi apuro porque todos empezaron a desfilar antes de abrir los regalos. Pero quizá lo más gracioso fue mi insistencia en dar a un niño que se fue el primero la tarta en un plato de loza –“ya me lo devolverás mañana en el cole”, le decía yo a la madre…- mientras todas me decían, “déjalo mujer, con una servilleta basta”. Igual pensaban que iba de sobrada regalando vajilla...

4 comentarios:

  1. Ayy que se me ha borrado después de escribir todo el rollo... ¡arrg! Bueno, lo que te decía... que me parto!!! Que es que cada país y cada cultura tiene sus cosillas y es taaaan fácil meter la pata... Y tan divertido! Digo tb que voy a importar lo de las canciones y lo del horario cerrado de las fiestas, que se alargan tan fácilmente... Vamos, yo lo sé por mis sobris porque Adrián aún celebra cumplemeses y no se nos ha ido tanto la cabeza como para hacer fiestas! Ni tarjetas! Un beso fuerte y no sabes cuánto me alegra leerte por aquí!!! Mua

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    1. Muchas gracias por tu comentario!!! Yo, qué quieres que te diga, echo de menos esa fiestas taaaaan largas. Eso sí, lo seguimos pasando genial.

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  2. Si, es curioso, a mi la primera vez que me pusieron la tarta envuelta en la servilleta , me senti como si dijeran- venga pa casa, que la fiesta se acabó.Jajaja

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  3. Si, es curioso, a mi la primera vez que me pusieron la tarta envuelta en la servilleta , me senti como si dijeran- venga pa casa, que la fiesta se acabó.Jajaja

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